¡Adelante chicos! ¡Adelante!
“Continúa el largo partido”.
¡Vamos! ¡Vamos, eh!

¿Como estáis todos? Sé que bien, somos futbolistas, nuestra fuerza de ánimo se mantiene intacta siempre. Somos humildes, nobles, competitivos, generosos. ¡No tenemos miedo! Una vez más, sé la respuesta de todos sin excepción: “… bien, en la pelea, con la cabeza alta, jugándole con determinación y absoluta entrega… “.

Ahora, en primer lugar, recordar esto:

(Ellos serán nuestro orgullo para siempre!… y motivo de ese nuestro ya imperecedero eslogan: “nunca caminaremos solos”. Serán ellos nuestra fuerza en la flaqueza desde ese su Cielo.)

Por lo tanto, en silencio, en ese profundo silencio que tan sólo se oye cuando rezamos o hablamos desde nuestra alma con quienes más amamos… “cantemos” con una sola voz, silente -pero que en mágicos gritos inunda todo el azul protector del universo-, nuestro himno ya imperecedero, eterno:

(“Sí, nunca caminaremos solos… nunca”.
Nuestros veteranos, los más mayores, también fueron jóvenes, y tuvieron fuerte y sano aquel vigoroso pecho que lució nuestra misma camiseta… y vibrante aquel corazón que latía sin fatiga para defender su amoroso escudo y el color del equipo de sus entrañas… Su equipo hoy es el nuestro. ¡Nunca los olvidaremos!
“Sí, nunca caminaremos solos… nunca”.)

¡Vamos chicos! ¡Vamos, eh!

Lo sabemos todos, por momentos el partido se nos pone cuesta arriba, tanto dentro del terreno de juego, en casa -sí, en casa, donde nuestra resignación y disciplina nos conforma en su juego siempre allí-, como cuando leemos el
largo partido y vemos lo que va sucediendo fuera de “nuestro” terreno de juego, en un terreno de confusión, donde es dificilísimo “practicar” entre tanta desazón.

Está claro, muy claro, que son esos los peores momentos, los que todos, absolutamente todos, teníamos previsto pasar. Tal vez, lo reconozco, preveíamos menos dureza e intensidad de sacrificio; tal vez, en la primera charla del “vestuario unido”, cuando nos explicaron todos los cambios repentinamente habidos, ni los más pesimistas imaginaban un partido que se jugaría así. Sí, lo sabemos, siempre surgen pesimistas en exceso u optimistas sin medida; siempre, ante situaciones difíciles, ante retos al límite, existen quienes enseguida, temerosos, en mental regreso, acogen en su memoria los momentos del más duro esfuerzo en pretemporada con un cargante “profe” insistiendo en uno, en otro, y en otro, y en otro, en innumerable cantidad de insufribles ejercicios, en medio de la tortura añadida de un “acusador pito” que te ensordece y aturde hasta casi extenuarte… Como también existen, como también surgen, con inmediato y animoso espíritu, esos decididos compañeros que siempre fogosos, y muy remangados, copan la primera fila de la continua carrera; es decir, los “musculitos” de turno, muchas veces referentes permanentes y necesarios para el grupo y, también muchas otras, “flor de un día”, que se desvanecen enseguida por falta de preparación, medida y equilibrio mental ante el prologando y exigente esfuerzo. Sí, lo sabemos, en nuestro vestuario unido, cohabitamos todos, absolutamente todos; también, por supuesto, en fuero interno un tanto plano y callado, seguramente la mayoría, existen quienes representan al clásico “jugador de equipo”, de “jugador goma”, de “jugador regular” en definitiva; ese jugador que siempre está ahí, que cuando todo parece perderse, que cuando el final de la victoriosa meta se muestra imposible, aprieta los dientes, saca fuerzas de una latente flaqueza y ofreciéndose, y mostrándose, y tirando de un carro que parece atascado, en las duras, y en las maduras, se constituye en referencia de apoyo y camino a seguir para el resto del grupo. El prototipo de jugador favorito de un míster sabio y buen conocedor del oficio. ¡Claro que sí! Cohabitamos todos, con nuestras virtudes y defectos. ¡Y todos nos queremos… eh! ¡Todos!

Pero sí, chicos, sí… una vez más, en nuestro vestuario unido, estamos de acuerdo, y creo que ninguno imaginábamos un partido tan largo y que se jugaría así, con tanta dureza.

Vamos, venga. ¡Vamos chicos! ¡Vamos a sacarlo, eh! ¡Vamos a sacarlo!

¡Claro que sí! ¡Seguro! ¡Lo sacamos, eh! ¡Lo sacamos!

Atentos, muy atentos. Buscamos soluciones pero, antes un inciso, no todo es negativo, volvemos ligeramente sobre un concepto para reordenar nuestro rumbo:

Acierto al empezar. Sí, no lo olvidemos, ya en casa, jugando solamente en casa, conformamos perfectamente el equipo, tuvimos claro, muy claro, que disputaríamos un partido muy largo, que las reglas de siempre, tan nuestras, tan de “nuestro fútbol cotidiano”, podrían ser modificadas mientras se disputaba y, lo que es aún más importante, que el partido lo jugaríamos todos. Sí, todos. En un equipo ya de todos. ¡Un verdadero y gran acierto!

En un equipo, ya de todos, donde no existen edades, categorías, ni colores que nos separen. En un equipo que desde que comenzó el largo partido cambiamos de nombre. ¡Claro que cambiamos de nombre! Con orgullo, con coraje de nobleza deportiva, en la angustia, en la flaqueza, en la cuesta arriba, en los silenciosos gritos, en las ayudas… ya decimos:

¡VAMOS VESTUARIO UNIDO!

Ni verdes, ni blancos, ni azules, ni rojos, ni amarillos, ni verdiblancos, ni los de la raya, ni azulgranas, ni rojiblancos, ni verdinegros, ni colores desconocidos… Sólo existe un grito en una única voz, en un aliento del alma, en un reto perseguido:

¡VAMOS VESTUARIO UNIDO!

¡Que gran acierto fue comenzar así!

Seguimos, eh. En este largo partido
no existe pausa. ¡Ni en Semana Santa paramos! Mejor así, en una ligera mejoría, en un mejor ambiente, creció nuestra autoestima… el partido, por momentos, se hizo más llevadero. Disfrutamos de las ayudas. Nos entregamos a ellas. ¿Verdad que sí?… por momentos es una maravilla jugar en casa. Pendientes de todo, cabeza alta, pidiendo el balón sin miedo. ¿Falta algo? ¿Te echo una mano? Y hablamos, y hablamos… buscando soluciones. Todo parece solucionarse en casa. ¿Habéis visto?… ¡Qué grandes sois! Emociona, la verdad, ver vuestro compromiso. Aunque lo tenéis permitido, hasta habéis prescindido mucho de las redes. ¡Que ejemplo chicos! Por fin todos, sin excepción, jugador goma, jugador de equipo… casi “un aguador” todos; todos así sois. ¡Qué grandes! ¡Enormes! El sueño del entrenador sabio -pero a veces tan pelma, lo sé-. ¡Compromiso! ¡Compromiso! ¡Compromiso!

El sueño, sobre todo, de vuestras madres también en casa:
¡Levántate! ¡Hazte la cama!… ¡Sal de tu habitación! ¡Habla! ¡Habla! ¡Habla! ¡Escucha! ¡Ayuda, por favor!

Por fin, abandonando todos esa zona de confort en el campo -es decir, más o menos, saliendo de una santa vez de vuestra habitación, como, insisto, dirían vuestras madres-.

¡Qué enchufados estáis! ¡Qué maravilla! Abandonando esa costumbre de comodidad personal en las falsas ayudas: (miro sutilmente, de reojo, o “de rabillo”, y me ofrezco cuando ya otro ha pedido el balón… y así yo no fallo.) Dando un paso más, en definitiva, así jugasteis todos el largo partido en la ausencia de vacaciones. Madre mía, sin embargo, a pesar de no tener descanso, y de tanta carga ya en vuestras piernas, de tanta espesura por momentos en vuestro cerebro, todos parecíais exhultantes aquel domingo. Además hizo un día perfecto para jugar al fútbol… claro, soleado, hasta olía a un aroma especial. Parecíais todos resucitados… en vuestras caras, en vuestros chispeantes ojos, se denotaba el placer y la soltura de vuestra manera de jugar. Muchos recordaríais a “ese míster” que todos hemos tenido alguna vez, y su frase feliz: “salir al campo a disfrutar… “. ¡Qué bonita frase! Eso, bonita frase, pero la mayoría de las veces, tan solo es bonita para él. ¿Verdad? Ser sinceros, jajajaja. Bueno, pero después de la dureza en el camino, en este largo partido, aquel domingo, fue así… y evidentemente disfrutamos. ¡Qué alegría!

¡Seguimos! ¡Continuamos! ¡Vamos chicos, eh! ¡Vamos!

Buena dirección. Llevamos una buena dirección. Este concepto es muy importante. Es fundamental. ¡No perder en ningún momento esta idea! Sabemos con certeza hacia donde vamos. ¡Venga! Progresemos en ella.

En este partido más que nunca estamos compitiendo juntos, unos a otros nos ayudamos y, gracias a la luz del otro, mi vela se sostiene, yo puedo tener luz, yo ofrezco salidas cuando otros no las ven, cuando las cosas se complican. Y así todos entre todos. ¡Qué fácil me es hacer las cosas solo, a mi manera… pero, en cambio, cuando me dejo ayudar, llego más lejos! Sé que todos, cada poco, en vuestro fuero interno, todos, os hacéis esa reflexión.

Será aún largo el partido pero, creo que ya comenzamos a ver señales de su final. Miramos al banquillo de vez en cuando, miramos “ahí”… a lo que ocurre fuera del rectángulo de juego. Ya lo sabéis, es muy importante tener esa inquietud, buscar pautas externas para progresar en la buena dirección. Pero también, cuando miramos, cuando escuchamos, demostramos nuestro oficio, priorizamos nuestro objetivo, por lo tanto, competimos a pesar de las críticas que surgen, de las diferentes interpretaciones sobre el juego… también se ganan partidos con opiniones diversas, con “alineaciones” controvertidas, con ambientes enrarecidos. Incluso, entre medias de circunstancias y de climas muy hostiles. ¡Y no sólo desde las filas de los adversarios! También, muchas veces, se produce toda esa carga nociva, todo ese enrarecimiento, desde los propios aficionados, desde el entorno del equipo.
Nosotros no lo olvidamos nunca…

¡SOMOS UN VESTUARIO UNIDO!

Recordad bien, procesar vuestra trayectoria… ¿A quién no le han silbado alguna vez durante algún partido? ¿Qué míster no ha sido increpado, tantas veces, detrás del banquillo… o desde el graderío? ¿Qué directiva permanece durante prolongado tiempo en su cargo?
Insisto, en las críticas, si surgen, sacamos coraje, tiramos de oficio… nos juntamos más y en nuestra buena dirección, miramos con valiente determinación a la portería contraria. ¡Sin más!

¡Vamos chicos! ¡Vamos, eh!

Recordad bien, “jugamos en casa”… y “leemos el largo partido”. Vemos lo que sucede fuera de “nuestro” terreno de juego, en un terreno de confusión y donde, ahora, es dificilísimo “practicar”… aunque tibias señales de esperanza comienzan a mostrarse en la lejanía.

Chicos, insisto, vemos lo que sucede… “leemos el largo partido”, escuchamos su afanoso hacer, su silencioso y abnegado eco de entrega al prójimo, de compromiso social:

Médicos, enfermer@s, científicos, ayudantes y personal de cualquier servicio sanitario… ; Ejército, Policia, Guardia Civil, funcionarios públicos… ; agricultores, ganaderos, pescadores, productores, distribuidores… ; personal de supermercados, farmacias, tiendas y trabajos de subsistencia y especial suministro y atención… ; todos quienes hacen posible llevar medios de comunicación hasta los hogares…; transportistas diversos y de diferentes cometidos… ; servidores espirituales de la peregrina Iglesia o de cualquier otro credo… “Tantos y tantos otros”. Insuficientes y afanosas manos para tanta tormenta desatada que, en lista de posibles ausencias, tampoco olvidamos. Ahora, jugando en casa, junto a nuestras muy queridas familias, desde “nuestro vestuario unido” e inmenso, “vemos a todos”, absolutamente a todos ellos, los escuchamos, los sentimos cercanos, y muy alto los decimos y proclamamos; repetimos:

¡Os queremos mucho! ¡Os amamos!
¡Daremos todo por vosotros!
¡Hasta el final… SOMOS UN VESTUARIO UNIDO!

Chicos, atentos, escuchamos; últimos detalles por el momento: tratamos de perfeccionar el juego y el desempeño de todas las tareas, nos ofrecemos aún más, nos multiplicamos, incansables, en las ayudas… y somos solidarios hasta el límite de nuestras fuerzas. ¡No lo olvidéis, estamos preparados para todo ello!

Alcanzar la victoria no será fácil. Por eso es necesario buscar “esa perfección”. Vivir intensamente, y con mucha alegría en el ánimo, en “esa perfección”… para no fallar. ¡Y sé que podéis! ¡Grandes!

¡Chicos, nunca caminaremos solos… nunca! ¡Qué orgullo saberlos ahí!… su memoria en nuestro escudo latiendo, presentes siempre en nuestra sudada camiseta.

¡Jugamos siempre en casa!
¡Todo está a nuestro alcance!

¡VAMOS VESTUARIO UNIDO!

… Con nuestro talento, nuestro compromiso, nuestra disciplina y nuestros valores:

¡Conseguiremos la victoria!

(El fútbol nos une más que nunca. T.P. 23/04/2020).-

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